El peligro de dejarse llevar
- Itziar Lorenzo MArtinez
- 9 abr 2015
- 2 Min. de lectura
En el año 1971, un grupo de investigadores de la universidad de Standford dirigidos por el investigador Phillip Zimbardo, fue subvencionado por las fuerzas armadas de los Estados Unidos con un objetivo: investigar cual era el motivo que había detrás de los conflictos dentro de las prisiones y el cuerpo de las fuerzas militares

La idea de este equipo de investigadores era analizar las relaciones que se daban entre los participantes una vez quedaran divididos en dos grupos y representaran los papeles asignados a cada uno de ellos.
Se pus un anuncio en el periodico donde se pagaba al día 15 dólares por participar en el experimento (a día de hoy serían unos 60 euros por día).
De los 70 que respondieron al anuncio, Zimbardo y su equipo seleccionaron a los 24 que estimaron más saludables y estables psicológicamente. Los participantes eran predominantemente blancos, jóvenes y de clase media. Todos eran estudiantes universitarios. El grupo de 24 jóvenes fue dividido aleatoriamente en dos mitades: los «prisioneros» y los «guardias».
Una vez asignados los roles de quienes serían los prisioneros, los “delincuentes” fueron detenidos en sus casas bajo diferentes acusaciones por agentes de la ley reales.

Los prisioneros pasaron un procedimiento completo de detención por la policía, incluyendo la toma de huellas dactilares, que se les tomara una fotografía para ser fichados y se les leyeran sus derechos Miranda. Tras este proceso fueron trasladados a la prisión ficticia, donde fueron inspeccionados desnudos, «despiojados» y se les dieron sus nuevas identidades.
Los guardias recibieron porras y uniformes caqui de inspiración militar. Los prisioneros debían vestir sólo batas de muselina (sin calzoncillos) y sandalias con tacones de goma. Además, llevarían una pequeña cadena alrededor de sus tobillos como «recordatorio constante» de su encarcelamiento y opresión.

A diferencia de los prisioneros, los guardias trabajarían en turnos y volverían a casa durante las horas libres, aunque durante el experimento muchos se prestaron voluntarios para hacer horas extra sin paga adicional.
A medida que el experimento evolucionó, muchos de los guardias incrementaron su sadismo, particularmente por la noche, cuando pensaban que las cámaras estaban apagadas. Los investigadores vieron a aproximadamente un tercio de los guardias mostrando tendencias sádicas «genuinas». Muchos de los guardias se enfadaron cuando el experimento fue cancelado. Os recomiendo que veais la película y leais más para tener más información sobre este caso tanto interesante.
¿Quieres saber más?
Os dejo el enlace de la película.
PELICULA: EL EXPERIMENTO
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